sábado, 7 de marzo de 2015

El Artophórion


El artophorion, la custodia de la iglesia
                                                                                                          Stephanos

La piedad del ortodoxo hacia lo santo, se basa no sólo en su identidad y pertenencia a la comunidad, sino que es la inseparabilidad de la vida diaria con la vida de piedad, constituyéndose en un testimonio vivo y verdadero.
Francisco De la Caridad, hacedor de la palabra y de vivencia personal en La Divina Liturgia nos consuela con estas palabras: “el sacerdote celebra la Divina Liturgia”, parece una repetición vaga, incluso innecesaria, queriéndose   resaltar la espiritualidad de los sacerdotes de la Santa Iglesia Ortodoxa Bielorrusa Eslava.
El amor y celo de los presbíteros,  lo observamos en los gestos y actitudes hacia los elementos y ornamentos de la Divina Liturgia, el Altar o Santa Mesa llamado en griego Trapeza, (Santa Mesa: Святой Престоль, Svyatoy prestol)  siempre es tratada con el mayor respeto y decoro, sabiendo que el Altar a veces esta en ayunas. En las comunidades de los primeros siglos, en especial en las catacumbas, los cristianos celebraban en la tumba de algún mártir, que de por  si  es de forma rectangular y situada en la parte frontal del altar  frente a la pared, se la utilizaba para tan grande memorial de la Santa Misa.
Las primeras noticias  de la custodia de la Eucaristía al respecto hállanse en las Constituciones apostólicas, las cuales ordena  a los diáconos (servidores) que lleven propio de su ministerio, lo que sobre de las Sagradas especies consagradas en la Liturgia a un local, llamado pastoforio; éste en Oriente se hallaba al lado del Altar, hacia el sur. En Occidente recibió el nombre de secretanum o sacrarium; se tenía cerrado siempre bajo llave, que guardaban celosamente los diáconos, a los cuales desde los primeros tiempos de la Iglesia estaba encomendada la administración y servicio de la Divina Eucaristía. Del diácono San Lorenzo cantaba, en efecto, Prudencio: Claustras sacrorum praeerat, caelestis arcanum domus fidis gubernans clavibus, votasque dispensans opes. o sea se deja el secreto custodiado a estos servidores,  cargo sagrado, clave sagrada, del santo Misterio

El Sagrario (Artophórion), sobre la Santa Bema (Altar)
El Artophórion (de árton = pan y féro = llevar), es el  tabernáculo que custodia la Eucaristía, que algunas veces puede tener la forma de paloma,  Los Episkopos, destacan que siempre se lo debe  limpiar y sacar las partículas incluso el polvillo con sumo cuidado. Este  tabernáculo custodia la Eucaristía, que algunas veces puede tener la forma de una simpática pequeña iglesia, o alguna forma que resalte a la piedad, al amor y a la entrega,  lleva el cuidado del Archieparca o alguien asignado por su Ilustrísima. 

Junto al Artophórion, tabernáculo se reservan las Santos Dones, a veces  tienen formas de paloma, detrás de la mesa santa, encima puede estar la Cruz, tambien se colocan al costado los  flabelos (hexaptétigos)
No cualquiera puede tocar este recinto sacro y divino porque es un gran privilegio de unos pocos…….El  Conopeo: es un Velo de hermosa tela, con que se cubre el copón cuando queda guardado en el Sagrario o El Artophórion, cuando  se expone el Santísimo, para la adoración en Occidente sin emplear la custodia. 


S Exc Mar  Jacob saborea la Liturgia en en el meditar el Evangeliario 
En alto honor el santo Evangeliario frente al tabernáculo, el sacerdote realiza el gesto de bendición en el Nombre de la Santísima trinidad 
Además de este elemento, en la mesa del Altar se encuentran el Evangeliario y un recipiente con la forma de la tumba del Señor para guardar los Santos Sacramentos (Дарохранительница, daroxranitelnitsa. Pixide en español). La Admonitio synodalis,  expone las cosas que debe haber  sobre el altar, enumera también la píxide: pixis ad viaticum pro injirmis. El estilo del decreto nos sugiere que la píxide se encerrara en el conditorium, esto era necesario por motivos evidentes de seguridad y conservación, pero ademas ajena a los curiosos; tanto es así que algún tiempo más tarde, Durando hablará de un tabernáculo real y verdadero, llamado propitiaforium, colocado super posteriori parte altaris, y en el cual se guardaba la píxide. Luego  comentará,  que no eran muchas las iglesias que lo habían  adoptado; existiendo sólo in quibusdam ecclesiis quizás en Francia y en Italia. Un ejemplar de este propitiatorium lo tenemos en el tabernáculo lemosín, de madera, con techo piramidal, del siglo XII, que se conserva en el Bargello, de Florencia. Tratábase naturalmente de tabernáculos, prácticos,  movibles y de pequeñas dimensiones. En esta época, en Francia por lo menos, se daba el nombre de tabernaculum no a ese sagrario propiamente dicho, que hemos descrito, sino al cortinaje que a manera de tienda cubría la píxide o la columba eucarística suspendida delante del altar.
 Otro recipiente equivalente (Дороносица, Doronositsa. Custodia) pero se usa para dar la comunión en recintos ubicados al exterior de la iglesia (un hospital, casa particular, por ejemplo) una cruz para la mesa (Престольный крест, Prestolni krest), además del candelabro tras la mesa (Светильник, Svetilnik).
Francisco De la Caridad insta a sus Nazareos que como hermandad realicen los rezos litúrgicos, y se dediquen  a la meditación de la palabra. Y en una preparación digna con antelación participan de “Los Santos y Vivificantes  Dones” celo típico del ortodoxo, con la previa confesión y examen de conciencia. Podemos ver las filas de los hermanos que esperan confesarse ante Francisco  De la Caridad y el los absuelve a cada uno en la confesión  previo arrepentimiento y contrición. Tomar “Los Santos Dones” es salvaguardad nuestra individualidad  en la comunidad, apartando el día entero para Dios, en el día del Señor.
En la soledad del recinto, se reza por el bienestar de la ciudad de las comunidades religiosas, y por las intenciones del patriarca Athanasios. La mirada del nazareo es busca a Jesús escondido en el pan y vino en la custodia, diciendo: “Señor te amo,  te necesito”, “Señor ayúdame, Señor, ahí estás, Tú eres mi Señor….”. La profunda espiritualidad es demostrada no solo en los rezos sino en la calidez, en los gestos y palabras con ese “amor exagerado o abrupto de amor” ([i]), amor agape, sacrificial. 
Al levantarse muy temprano en ayunas, siempre se agradece en el naciente, y se saluda a Dios deseándole buen día, sentimiento infantil pero no menos profundo del obispos, amantes de la Divina Eucaristía. Las enseñanzas provienen, de la reflexión profunda,  indica la lealtad al Señor de señores, en la cátedra  del Patriarca. El sentir es del espíritu, y nos enfocamos en la mirada a Jesús, en la aventura del volver a levantarse  como San Pedro, que no dudo en salir de la barca en medio del lago al ver al Señor.



[i]  Nectario., “Sobre el procedimiento en las causas sacerdotales”,           monografía.  2010.



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