sábado, 6 de febrero de 2016

En el Omoforio de Nazareth


24 de enero 2016.
En el Omoforio de Nazareth
                                                                                                 Stephanos

Wladica Franc y El Rev. P. Archidiácono Hermes celebrantes de La Divina Liturgia, junto con el Diácono Pablo, conmemoran el Misterio, que se acerca en la Encarnación.  Es el sentido de la vida: La Encarnación y la Resurrección es el fin que da sentido, “gloria a Dios en el cielo, y paz a la tierra y a los hombres buena voluntad…”,  es la virtud de la paz, está claro que la necesitamos siempre, pero especialmente durante la oración, porque sin ella nadie puede orar correctamente y disfrutar lo bueno de su oración, verdaderamente uno ya no es el mismo, no puede ser el mismo al escuchar la proclamación: “Haz brillar en nuestro interior la luz del discernimiento…”, el  P. Hermes levanta el Evangelio, Cristo es el que se manifiesta,  presente en la voz de San Juan Bautista.

S E Wladyka Franc
La Liturgia evoca a la unidad de todos los seres, terrestres y celestes, animados e inanimados, para disponerlos en la belleza, la verdad y el bien, ordenamiento alrededor de Cristo y, por medio de Él, en torno a Dios. Las piedras, que se colocan en la pro-catedral, bajo la inspiración litúrgica, se colocan según las formas arquitectónicas; las vestimentas se emplean para revestir el Altar de sacrificio, los metales nobles, el fuego, el agiasma, la luz, el fimian (incienso), la sal, la ceniza, las flores, la cera y, sobre todo, los dones el pan y el vino, están para servir de instrumento a la acción santificadora de Cristo. Todo el pasado y el presente con sus realidades, humanas y divinas, visibles e invisibles, son evocados por La Liturgia, donde siempre está Cristo, cabeza de la ciudad redimido y ofrecido al Padre por El; de manera que podemos vislumbrar el mundo recapitulado en El.

Todas la oraciones se nutren de la Charis, gracia, y pedimos continuamente por aquellos en diferentes situaciones y que sufren persecución, al entonar las antífonas la santificación se recibe porque nos prepara ante la Majestad de la Realeza del Misterio. La tarea del sacerdote, como muy bien enseñaba S.B. Yuri Hemidigidius Rizi (de eterna memoria) es “dar la Liturgia”, centro y vida de la comunidad en la voz de la samaritana primera misionera, que se lanza a dar a conocer a Jesús, y es tarea de cada Ortodoxo dar a participar del gozo de la noticia: “El espíritu de Dios está sobre mí, para pregonar el Evangelio”. Estar atentos, preparar el espíritu, la parte más profunda y secreta de la espiritualidad humana. Pidamos al Señor por nuestro catedral san Jorge, en la bendición del naós, en la vivencia de la familia de Nazareth. Amíñ.

 

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