Artículo
de estudio nº 1: De como La Divina Liturgia nos conduce a la mentalidad del Reino, en la oración del corazón.
La lectura espiritual, fortalece al alma, comenzando siempre con el rezo del Nombre dulce de Jesús, aquí el Muy Rev. Arcidiácono Hermes en la reflexión de la palabra. |
Colaborador Fr + Stephanos
Cada ortodoxo
tiene la autoridad por su bautismo de decretar un año de victoria, ser
portadores de luz, solicitar en el Señor la bendición haciendo la voluntad su “fiat”, de Dios. Juan Casiano, quien
pasó diez años en el desierto, escribía en sus Conferencias: "Una vida santa es más educativa que un
sermón." Cada cristiano lleva una vida centrada en Dios “exagoreusis”.
Somos “logoi”, en cierta medida se
manifiesta, es un privilegio como en cuantos somos virreyes en la tierra. Dios
es el único que posee inmortalidad, lo anuncia Cirilo de Alejandra como anuncio
kerigmatico: Jesús “se hizo hombre para
que el hombre se haga Dios” y en palabras de San Atanasio, nuestra salvación
se basa en obtener un compañerismo, una relación con Dios, por lo tanto la
salvación es la restauración del compañerismo del hombre con Dios, con la
Encarnación, donde la materia se vuelve capaz de ser PORTADORA DEL ESPÍRITU.
En el recinto
sagrado, el Reino del espíritu se hace presente en el icono, en una
atmósfera de paz. Estamos agradecidos a Dios que en su plan nos invita a ser
servidores con una mentalidad del Reino apostólica, en su dominio teocrático.
Si se tiene autoridad, nuestras obras de si hablan de nosotros. La Liturgia
enfatiza no solo el sacrificio, sino el Reino, la cristificación: "Bendito es el reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos" proclama el sacerdote
en su primera Antífona, glorifica a la
Santísima Trinidad, la concepción
acertada bíblica teológica, cimentada en la tradición, en unidad de los Padres
de la Iglesia y de los obispos en
unidad, cuando hay armonía en una misma mente es el espíritu que habla, no hace
diferencias ni discusiones. En la oración de los fieles, se reza con ánimo y
espíritu de invitación: “Participemos de Tus Santos Misterios sin culpa ni
condenación, y lleguemos a ser dignos de Tu reino celestial.”(Pág. 18),
pronuncia el presbítero al “Rey de gloria” . La oración del corazón,
simplificada, sencilla, nos convierte en "meditadores", nos
presentamos a cargar la Cruz, donde la mente y el corazón se unen en una
unidad, a saber reposar al nivel del cardias, al comenzar a ver la transparencia del otro, y ¿que significa? ver en el otro un hijo de Dios, reconocerle, ser un niño, dejarse querer y amar. La Liturgia nos moldea y nos prepara para la deificación, sabiendo que la oración constante es un don de Jesús. El recuperar la fe, es sencillamente dar ese primer paso, rezar "la oración del corazón" en la caridad , la esperanza y en la integridad. ..y nuevamente no olvidemos que la inteligencia, la lógica, la razón, lo académico, tiene su lugar correcto, en la naturaleza, pero Dios le regala a aquellos que se colocan en sus manos, la sabiduría, al tener nuestras inquietudes en Dios, saber desesperarse en Él, enloquecerse en Dios, respirar su atmósfera, en la memoria de Dios.
Aprender a llevar la Cruz. |
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