Marzo.
07 de
marzo
7 de marzo. Santas Perpetua noble dama de Cartago, sólo tenía 22
años y acababa de ser madre cuando fue arrestada con la esclava Felicidad que
pronto iba a serlo también, mártires. Confesaron valientemente a Cristo. Memoria
(en cuaresma conmemoración) sufrieron el martirio en la arena en el año 203 en Cártago, durante la persecución de
Septimio Severo. Subsiste las actas de incuestionable autenticidad, con la una
narración de su muerte, de las mas bellas paginas de la antigüedad cristiana muy
digna de fe, redactada en parte por los mismos confesores de la fe y en parte
por un escritor de su tiempo. Los nombres de las santas están inscriptas en el
Canon de la Misa.
Oficio de Lectura
Segunda lectura.
De la narración del martirio de los santos mártires
cartagineses.
(Cap. 18. 20-21: edición Van Beek, Noruega 1936, p. 42 46-52).
Brilló el día de la victoria de los mártires y salieron de la cárcel al
anfiteatro, con rostros alegres, dispuestos temblando de gozo más que de temor,
como si entraran ya en el cielo.
Perpetua fue la primera en ser arrojada en alto por la vaca
bravísima que había sido preparada contra la muerte y cayó de espaldas. Se
levantó y viendo a Felicidad caída en el suelo, se acercó le tendió la mano y
la levantó, quedando ambas de pie. Doblegada la crueldad del pueblo, las
volvieron a llevar a la puerta llamada Sanavivaria. Allí Perpetua fué recibida
por un catecúmeno llamado Rústico que la acompañaba. Entonces ella como si
despertase de un sueño (de tal modo había estado su espíritu en éxtasis),
comenzó a mirar alrededor, y ante la estupefacción de todos dijo:
-¿Cuando nos van a echar a esa vaca a la que no veo por ningún
lado?
Y al decirle que ya lo habían hecho, no lo creía, hasta que vió
en su cuerpo, y en su vestido las señales de la vejación sufrida entonces,
llamo a su hermano, también catecúmeno y dijo estas palabras:
“Permaneced firmes en la fe amados todos mutuamente y no os sea
motivo de tropiezo nuestro martirio.”
También Saturo, que estaba en otras de las puertas exhortaba al
soldado Pudente diciéndole:
En definitiva, hasta ahora tal como había previsto y dicho de
antemano, no he experimentado fiera alguna. Ojalá creas ahora dentro de tu corazón, mira ahora voy allí, y una sola
dentellada de leopardo, el cual, de una sola dentellada, lo dejo bañado en tal
cantidad de sangre, que el pueblo al retirarse Saturo del ruedo del anfiteatro,
gritaba, como dando testimonio de aquel su segundo bautismo.
¡Qué mas salvo el que ha sido lavado! ¡Qué sea salvo el que ha
sido lavado!
Y ciertamente que estaba salvo que de este modo había sido
salvado. Entonces dijo el soldado Pudente: “Adiós, y acuérdate de la fe y de
mí, y que estas cosas no te perturben, sino mas bien te conforten.”Al mismo
tiempo, le pidió un anillo que llevaba en el dedo y habiéndolo puesto en
contacto con su herida se lo devolvió,
dejándolo así como
herencia y como prenda, y como un recuerdo de su
sangre. Luego ya casi unánime, se tendió como los demás en el lugar destinado a
la decapitación. Mas como el pueblo pidiesen que fuera llevados al centro, para
que sus ojos fuera cómplices del homicidio, contemplando como la espada
penetraba en sus cuerpos, ellos se levantaron espontáneamente y se trasladaron al lugar que quería el pueblo;
antes se había dado ya unos a otros el
ósculo de caridad, para sellar el martirio con el acostumbrado rito de la paz. Recibieron
el golpe de la espada inmóviles y en silencio especialmente Saturo, que había
sido el primero en subir sostuvieron a Perpetua, deseosa de experimentar más
sufrimiento, se lleno de gozo cuando sintió el tajo en sus huesos, y ella misma
puso sobre su cuello la mano del gladiador bisoño que no acertaba. Quizá el
único modo de hacer morir a aquella mujer tan ilustre, temida por el mismo
espíritu inmundo, fuera ese: por su propia voluntad.¡Oh mártires valerosos y
dichosos! ¡Oh vosotros verdaderamente llamados y elegidos para gloria de nuestro Señor!
Responsorio
Rm 8. 34-35. 37
R Cristo Jesús esta a la diestra de Dios intercediendo por nosotros. ¿Quién podrá apartarnos del
amor de Cristo? ¿La aflicción, la angustia, el hambre, la desnudez, el peligro,
la persecución, la espada?
V. En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado.
R ¿Quien podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción, la angustia, el hambre, la desnudez, el peligro, la persecución, la
espada?
Laudes
ORACIÓN DE LA MAÑANA.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
ANTÍFONA
DICHOSOS
LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS
CIELOS.
ORACIÓN
CONCLUSIVA
Oh
Dios
Por
cuyo amor
Las
santas Perpetua y Felicidad
Desafiaron
al tirano
Y vencieron atroces
tormentos,
Crecer siempre en
tu amor
Por nuestro Señor
Jesucristo, tu hijo.
-
R
Amén.
-
Vísperas
-
Cántico
evangélico.
-
Antífona
Se alegran en el cielo los santos que
siguieron las huellas de Cristo y porque lo amaron hasta derramar su sangre
reinan con el Señor eternamente.
-
La
oración conclusiva como en el laudes.
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Homilía del día 7
LUNES de Marzo del 2011
Memoria obligatoria. Rojo
Santas Perpetua y Felicidad,
madres de familias mártires
Muerte en Cártago, en el año
203, fiesta 7 de Marzo.
Misa: de la memoria.
Lecturas: Tobías 1,3; 2,1b-8
Salmo Responsorial. 111, 1-6
Evangelio según san Marcos 12,
1-12
L. de las Horas: de la memoria.
En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amín. Hoy se festeja a santas Perpetua y
Felicitas.
Se presenta un
recordatorio verdadero
Bendito es el que es
perseguido
Observamos a santa
Perpetua y Felicidad, esclava en el encarcelamiento dió a luz un niño, es esposa de un hombre pudiente, madre de otro
niño es santa Perpetua que amaba, tuvo
la fe de su madre se le rogó que
abandonará su fe “jarra de agua” soy cristiana, llena de la significación del
Señor
Este gran valor
que es el testimonio de ir a la cárcel
es el cielo, esta santa está comprometida bautizada en su propia sangre, la
“gran perfección es el martirio”, porque ya tiene la garantía de su salvación.
Invita a una relación de conversión (profetas), recibimos la
totalidad de la heredad si pedimos perdón y misericordia, siendo la herencia
que es de Cristo, no podemos cambiar identificación, la heredad de vida eterna por su
identificación con mártires nos salva –Los mártires sellaron con su sangre la
fidelidad a Cristo , ando testimonio de la cruz , es el ejercicio de la
libertad humana y acto supremo de amor, como
a escrito san Agustín, “no es la condena
o el tormento lo que hace al mártir sino la causa o el motivo que es Cristo”
(cf. Comentario de los Salmos 34, 2, 13; 68, 19; Serm. 275, 1 Carta 204, 4;
185, 9) siendo un centro de amor a Dios y a
los hombres incluso los perseguidores.
Descubrir la parte del
mundo que me corresponde.
Y nosotros adoramos porque fuimos creados, porque
nuestra naturaleza es adorar a Dios. La adoración que es un fin en si mismo, Dios busca
adoradores que lo adoren en espíritu y verdad.
En el centro de todo
está Cristo, el objeto de nuestro amor es
Cristo hacer el bien en lo concreto, no
se puede prescindir de Dios. Se confirma el testimonio público de la fe para
que con palabras y obras demos de nuestros ideales y fraternidad.
“Sálvate a ti misma y
baja de la cruz”
Solo la pasión del Señor pudo hacer tantos héroes.
Debería
escandalizarnos ver con tanta tenacidad sus familiares querían empujarla a la
idolatría para que así pudiera bajarse de la cruz y salvar su vida. Pero suele
pasar que quienes no comprenden la grandeza del cristiano y del amor de Cristo, no pueden apreciar el valor de la
verdad ni de la santidad. Solo comprenden ciertas componendas para lograr el
triste mediocre bienestar sepultando la
exigencia de la conciencia.
Este es parte del
relato de santa Perpetua y Felicidad, solo su desenlace refiriendo los decaes
de su endereza y fortaleza de santa Perpetua, ante el intento del padre de
lograr la por medo de la persuasión que renegara del Cristo y realizara la
abominación de ofrecer sacrificios a los ídolos.
El propio padre
intenta conmoverla por medio de argumentos, llegando incluso a decirle que lo haga por él, por compasión, por su
propia familia, y del niño que está criando,
“me besaba las manos y se arrojaba a mis pies y me llamaba entre lágrimas,
no ya su hija, sino su señora”. Perpetua trata de darles fuerzas, sin éxito, su
padre llega a llevar el día del juicio al propio hijito en brazos “compadécete del niño chiquito”. El
procurador Hilariano, que tiene autoridad para condenarla se une al consejo del
padre para que ella claudicara y se salvara de la pena de muerte. Perpetua se
niega a sacrificar a ídolos falsos y se reafirma y confiesa cristiana. El
mismísimo procurador ordena que retiren a palos al padre del tribunal, de Perpetua por estar insistente en el pedido
de “hacer recapacitar a su propia
hija”. “Yo sentí los golpes de mi
padre como si a mi mima me hubieran apaleado. Así me dolí por su infortunada
vejez. Entonces Hilariano pronunció la sentencia contra todos nosotros,
condenándolos a las fieras, y bajamos jubilosos a la cárcel”. Morirá en el
circo romano causa de la embestida de toros y otras fieras.
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