Domingo
de Ramos
Francisco
De la Caridad
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Bendición de las ramas de olivo |
Demos gracias a
Dios porque es eterna su misericordia. Estamos agradecidos a Dios que todo lo puede,
que nos defiende de los malos y nos da el aliento de la vida, agradecemos también
la presencia de Nuestro Eparca Francisco de la Caridad que de manera amorosa, como los
primeros Apóstoles, nos exhorta a ejercer los dones, talentos que Dios nos da, con la
esperanza positiva en el premio “de arriba”, “la corona de justicia”, como afirma
San Pablo. Estos meses fueron muy ajetreados para la Iglesia, no solo por las
actividades culturales, sino por los casamientos, bautismos, y la misión que se realizó
en Rauch, en Castelar, patriarcal Ateneo San Marcos presidida por su Ilustrísima el muy Rev Obispo Ilarion y Wladika Teofano, y los asistentes el Arcipreste Padre Evaristo, Rev Padre Gregory, varónes incansable en la prédica de la Escrituras, y las homilías de S.
E. Rev el muy Rev Padre Pablo, que prepara celosamente La Liturgia con
ayuno y oración, ofreciendo las ofrendas del pueblo al altar (santa Bema) solicitamos en humilde oración, como el perfume del incienso
que asciende, encarecidamente pedimos al ángel guardián por la protección de mar Valerian, en su apostolado
a la manera de san Pablo, pedimos por Dom Nagui Zayat obispo y siervo, por el Patriarca Athanasios, que el Señor lo bendiga en sus actividades y misión eclesiástica, al Obispo Emigidiusz Ryzy, a Vladyca Francisak, al muy Rev Padre Lic Pablo de México, trabajador incansable, digno, celoso de sus fieles; al muy Rev Padre Evaristo por su apoyo incondicional en la Iglesia y próxima
misión en la Iglesia. Pedimos por el descanso del arcipreste Georgyj (Q.E.P.D), por Elsa Carlota Tisera, por el hno Peralta papá de la hna Fanni, por Carlos Cabrera Vent por los difuntos de la familia Real de Don Hugo Rurikovich, Primozic y Gimenez.
En este domingo de
Ramos celebramos al Señor en la entrada de Jerusalén, sabemos que muy pocas
veces nos imaginamos esa escena, sobretodo porque no sabemos, lo que la hay en
la amada Jerusalén, cuando entró Jesús se lo recibió con las palmas, a la
manera del recibimiento de los reyes del pueblo santo de Israel, pueblo que Dios ama y sin embargo es el más pequeño, seguramente recordamos cuando entraba el Señor montado en un
humilde asno, sintiendo a la multitud que lo proclamaba, “Hosanna bendito,
es el que viene en el nombre del Señor….” Sin embargo los maestros de la Ley, sus
doctores, fariseos, y la clase saducea de alcurnia, se quejaron, diciendo
“miran como lo llaman” , sin embargo el Señor supo esperar en su tiempo en el
tiempo de Dios, en el sueño de Dios. Pedimos humildemente que el Señor permita
que lo recibamos en los corazones (palabras de nuestro querido hno y amigo Marcos), para que busquemos siempre, el Reino de Dios,
la verdadera transformación de nosotros, participar dignamente de La Liturgia, de los Santos Dones, El Señor sufrió en la carne, se acuerda que somos polvo, y
le da fortaleza a sus siervos. El Señor es grande y poderoso. Podemos notar la
hipocresía de la gente en estos tiempos donde proclamamos al Señor, pero por sus
obras los desmienten, en esa época los que lo proclamaron con las palmeras
después retrocedieron, no hagamos lo mismo, demos gracias a Dios por lo que
recibimos, y además, que el Dios que todo lo puede transforme nuestra mente
para que hagamos la buena y perfecta voluntad de Dios. Cristo tomo carne humana, para iluminar a la humanidad de la obscuridad del maligno, el patriarca conducía al emperador montado en el asno, es llevado al palacio, eso es servicio y humildad, es el ministerio de los servidores de Dios.
Luego el Rev archidiácono Hermes ordena trasmitir la bendición en el saludo, en las ramas de olivo, en el aplauso que se merece solo Dios: "disfrutemos esta liturgia, pidamos por nuestro seres amados, los pobres y lleven este saludo y bendición de Jesús."
Ahora se nos los invita a
recitar La oración «Sub tuum praesidium» y el himno «akathistos»…..
La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, quizás el
más antiguo y el más importante en torno al fervor a Santa María, Doncella, se describe la oración «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de
Dios...». Se trata de un tropario (himno bizantino) que llega hasta
nosotros lleno de lozanía y gozo, reconociendo la protección de la Doncella María. Es
quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Doncella, Virgen, y tal vez es la primera vez que
este término aparece en un contexto oracional e invocativo, protector, al acudir
a su patrocinio, protección e intercesión. El gran estudioso G. Giamberardini en un exhaustivo
documento ha mostrado la presencia del tropario en los más diversos
ritos, cultos, ceremonias, en fin con las diversas variantes que se encuentra, incluso en
la liturgia latina.. La universalidad, su riqueza de esta antífona, da
pie para afirmar sin exagerar ni pecar
que a mediados del siglo III era
usual invocar a Santa María, mamá de Jesús como Theotokos, además es el reconocimiento
a la Madre de Dios y que los teólogos, como Orígenes, comenzaron a prestarle
atención, precisamente por la importancia, lo significativo que iba adquiriendo en la piedad de la
gente, como devoción popular.
Simultáneamente esta invocación habría sido introducida en La Liturgia, todo
para edificación del pueblo de Dios pero sobre todo por su designio amoroso.