domingo, 10 de mayo de 2015

Aparición de la señal de la Santa Cruz en los cielos, sobre Jerusalén, en el reinado de Constancio hijo de Constantino.

Día 7 de Mayo. (3 de Mayo en el calendario Romano) Aparición de la señal de la Santa Cruz en los cielos, sobre Jerusalén, en el reinado de Constancio hijo de Constantino.

En la oscuridad se levanta la Cruz en nuestra catedral, en el homoforion de Francisco De la Caridad

Nuestras Cruces 

Día 7 de Mayo. (3 de Mayo en el calendario Romano) Aparición de la señal de la Santa Cruz en los cielos, sobre Jerusalén, en el reinado de Constancio hijo de Constantino.
La bienaventurada santa Elena , madre del emperador  Constantino , visitando a la edad de ochenta años los santos lugares, consagrados con la vida y la sangre de Cristo, movida por divina inspiración, quiso buscar la santa cruz de nuestro Redentor adorable. Hallábase muy acongojada  perpleja porque nadie podía decir donde estaba, y los inmundos gentiles habían puesto en el calvario un ídolo de Venus para que ningún cristiano se acercase para hacer oración en aquel sagrado lugar. Mas como fuese costumbre de los gentiles, cuando hacían   morir por justicia algún hombre facineroso, enterrar los instrumentos del suplicio juntos al lugar donde se sepultaba el cuerpo, mando santa Elena cavar cerca del sepulcro del Señor, y al fin se hallaron tres cruces, y el titulo de la cruz de Cristo  tan apartado que no podía declarar cual de aquellas cruces fuese a del Señor. En esta perplejidad el patriarca de Jerusalén san Macario, que allí estaba, mando hacer oración, y luego hizo traer allí una mujer tan enferma que los médicos la tenían por desahuciada.  A ésta mandó aplicar la primera cruz la segunda, sin verse fruto alguno, y aplicándole la tercera repentinamente quedó del todo sana y con enteras fuerzas. En este milagro ceso la duda y se entendió que aquella era la cruz de nuestro Salvador. Increíble fue el gozo de santa Elena, la cual hizo gracias al Señor por tan señalado regalo y beneficio, y mando a edificar un santuario templo en aquel mismo lugar, donde dejó parte de la cruz  ricamente engastada y adornada, y la otra parte de los clavos  envió a su hijo el emperador  Constantino, el cual mandó ponerla en un templo que labró en Roma, y que después se llamó Santa Cruz de Jerusalén. Ordenó además que desde entonces ningún malhechor fuese cruxificado, y que la cruz que hasta aquel tiempo era el más vil e ignominioso suplicio, fuese  allí en adelante la gloria y corona de los reyes, y así trocó las águilas del guión imperial por la cruz ,con ella mando a batir monedas  y poner un globo del mundo en la mano derecha de sus estatuas y sobre el globo la misma cruz para, para que se entendiese que el mismo mundo había sido conquistado por la santa Cruz de nuestro redentor Jesucristo, y que esta misma cruz había de ser el escudo y defensa de la republica cristiana.
   Reflexión: La Iglesia celebra hoy esta  fiesta para enseñarnos y reverenciar el tesoro divino de la santa cruz, en el cual esta la salud la paz, la verdadera sabiduría, la justicia y la santificación del genero humano. Declarando Tertuliano la costumbre que teníamos los cristianos de santiguarse y armarse de la señal de a cruz, dice “En todos los pasos que damos, en nuestras entradas, en nuestras salidas, cuando nos calzamos, cuando nos lavamos y nos ponemos a la mesa, cuando nos sentamos y nos traen lumbre y nos acostamos, y finalmente en todas nuestras acciones continuamente hacemos la señal de la cruz en la frente”. Notables palabras son éstas, que manifiestan la sana costumbre de los cristianos más antiguos y fervorosos. ¿Por qué no hemos de imitarle, haciendo también con toda reverencia la señal de la cruz al levantarnos y acostarnos, en la tentación, y al comenzar cada una de nuestras obras, al comenzar algún viaje y en tantas otras ocasiones o peligros en que tenemos hasta necesidad de la ayuda y favor del cielo?
   Oración: Oh Dios que en la invención de la saludable cruz, renovaste los milagros de tu pasión, concédenos que por el valor de aquel leño de vida, alcancemos eficaz socorro para lograr la vida perdurable. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amíñ.

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